Después del Amor, el segundo regalo más importante de los padres al niño es el sentido de la disciplina.
Hoy en día resulta difícil para los adultos establecer disciplina dentro del hogar y de la escuela. Al parecer los niños de “ahora” sólo quieren hacer lo que les viene en gana.
La palabra disciplina significa realmente formar o enseñar, y combina tanto técnicas positivas como negativas. Cuando se disciplina a los niños, se les enseña a comportarse, se les da instrucciones antes de pedirles que intenten poner algo en práctica. Uno se convierte en modelo de comportamiento para ellos, les señala una y otra vez aquello que están haciendo correctamente, y cuando es necesario, les indicamos lo que no hacen bien.
La disciplina eficaz es señalar: «Eso está bien», cuando el niño le lanza una mirada en busca de aliento mientras titubea. Decirle «no» cuando el pequeño va a tocar un enchufe. Ignorar cuando intenta repetidas veces interrumpir una conversación telefónica, pero también prestarle atención en seguida, después de que haya esperado su turno pacientemente.
La disciplina eficaz es señalar: «Eso está bien», cuando el niño le lanza una mirada en busca de aliento mientras titubea. Decirle «no» cuando el pequeño va a tocar un enchufe. Ignorar cuando intenta repetidas veces interrumpir una conversación telefónica, pero también prestarle atención en seguida, después de que haya esperado su turno pacientemente.
En general, lo mejor es usar más dirección con un niño pequeño y más comunicación con un niño mayor. Por ejemplo, decirle a un niño de dos años que la estufa quema puede llegar a hacerle comprender con el tiempo que no debe tocarla, pero retirarle la mano y decirle firmemente: ¡no!, le hace comprender de forma inmediata lo que se le quiere dar a entender. Por otra parte, un niño de trece años al que se encuentra bebiendo cerveza, puede necesitar un castigo, pero no servirá de mucho si no tiene información sobre el alcohol y las drogas.
Algunos criterios y principios básicos:
1- Los niños, las niñas y los/as adolescentes necesitan un sistema de disciplina, tanto en el hogar como en la escuela. Esto les da seguridad y estabilidad.
2- Los padres, madres y otras figuras de autoridad son los/as responsables de establecer y hacer que funcione este sistema.
3- El fin último de la disciplina es la auto-disciplina, que permite asumir las reglas en ausencia de las figuras de autoridad.
4- La disciplina no debe doler; como elemento natural del desarrollo, requiere sostenerse en el respeto mutuo y no debe confundirse con el maltrato físico o emocional.
5- El afecto y la aceptación que recibe el/la niño/a de las figuras de autoridad facilitan la internalización de las reglas.
Partiendo de esta premisa se elaborarán los objetivos de la disciplina, que son esencialmente ofrecer a los/as niños/as un contexto seguro y predecible, ayudarles a internalizar los límites y aprender los conceptos de jerarquía y autoridad; elementos estos decisivos en la formación de las pautas de comportamientos indispensables para su buen desarrollo y su adecuada interacción con los/as demás.